Hilos sueltos logra expresar una experiencia de la poesía que es parte de una
necesidad de reflexión y que nos dice que no es suficiente con lograr buenas
imágenes, como se cree en buena parte de las publicaciones que llegan de
nuestro entorno, que hay que ir más allá del artificio, que es necesario dar el
salto y asumir el riesgo sin quedarse en malabarismos verbales. Lo primero que
se encuentra aquí es vivencia de la poesía, experiencia viva de la literatura,
y esa actitud nos entrega al mismo tiempo sinceridad y oficio, más allá del ya
común afán de sorprender, o de figurar, más que necesidad de poesía. En Hilos
sueltos de Angélica Hoyos-Guzmán el oficio se hace evidente desde el
principio. Cuando uno se aproxima al abrir las páginas lo encontrado es
una experiencia más que una “experimentación”, la experiencia de la poesía es
lo que busca ofrecer un libro abierto. El libro es un recurso, pero hay libros
que llegan, y aquí en Hilos sueltos hay un mundo, un territorio, una
experiencia humana, y sobre todo pensamiento y poesía juntos.
Si se quisiera nombrar el mundo que muestra esta
escritora samaria, lo que se podría decir inicialmente es que en su reino en el
principio fue el amor, luego llegaron el desierto y las sombras. El amor todo
lo crea, y como dice en uno de sus poemas, la creación solo es posible desde el
amor, porque antes del amor, “no hubo historia en la tierra”. Y después fue la
historia sí, una historia que nos ha traído a este tiempo desvaído. Si en un
principio, aprendiendo de la naturaleza, el hombre diseñaba, imaginaba y
construía su propio universo, es decir, tejía su propio mundo, lo que
encontramos hoy es la descomposición, los fragmentos, los Hilos sueltos. Después
de una primera lectura se hace evidente que el libro viene de una reflexión
profunda que recurre a la poesía para expresarse, y construye a su vez un
sistema poético que no se proyecta de manera teleológica, y ni siquiera en
preguntas por el sentido de este tiempo vivido, sino a través de la experiencia
vital misma como un hecho suficiente, sin derivaciones evasivas de la necesidad
de mirar de manera directa la experiencia humana del mundo.
Si la inteligencia racional es neutra y muchas
veces fría, la intuición que es la inteligencia despierta es algunas veces
triste, o melancólica, en todo caso más cercana al corazón humano. Una poesía
como dice Ducasse “triste como el universo”, tristeza que se percibe
cuando llega esa ola de sangre que es la multitud a la arena de una playa. Sin
esperanza, porque la esperanza mata el sueño del aquí y el ahora y es una forma
de la presencia de la muerte que se nos aparece día y noche en sus múltiples
formas.
Álvaro Marín
§
HILOS SUELTOS (2014)
COSTUMBRES
DE PAÍS EN GUERRA
Nos quedamos
tristes y no pasó nada.
Cada mañana
los zapatos
golpean con más fuerza las aceras.
Saludamos
cuando hay que saludar,
deseamos
buenos días –bien gracias–
nos
despedimos.
Llevamos las
manos empuñadas,
con caricias
rotas negadas y sin gastar.
Nos
condenaron a cargar la rabia al hombro,
ese terrible
llanto adentro.
Nos pasaron
cosas entre ellas la tristeza.
OLEAJE
No hay motivo
para que las
olas
no dejen sus hondas heridas
en el agua.
Así se limpia
el mar.
Después de la
tormenta
saca la madera muerta,
renace desde
el fondo.
PÁJAROS
Dibujé
pájaros en la pared de tu alcoba,
para que
cuando sueñes
lo hagas
sobre una hoja
que mueve la
brisa
en la rama de
un árbol.
HERENCIA
Llevo un país
en el agua,
un reino de
las nubes,
una nación de
los árboles,
una patria de
nostalgias.
Este terruño
de agua
se parece a
los otros,
tiembla
cuando caen las piedras.
Se llena de
raíces de papel
en las manos
de la gente.
Algunos dejan
plumas sueltas,
en ese pueblo
de aire.
¿Y QUÉ SI NO
SOMOS?
¿Y qué si no
volamos amor mío?
si ya tuvimos
alas, las recogimos rotas y las cocimos,
las
descocimos de nuevo para caminar.
Fracciones de
viento e hilos es el resumen.
¿Y qué si no
leímos pensamientos?
si en el
tacto quedaron las almas gemelas antagónicas.
Sí, habitamos
pavimentos de otras épocas,
volvimos a
nuestros pies incrédulos y emancipados,
con más canas
y menos tiempo.
¿Y qué si no
fuimos felices?
si nos
comimos el veneno de las frutas que arrancamos.
¿Y qué? si
aquí estamos una vez más auténticos,
menos de
acuerdo el uno con el otro,
listos para
empezar a coser
repoblar otra
carne de nuestro presente.
HILOS SUELTOS
Todos
perdimos nuestros nombres.
Frente al
espejo fuimos de arena esparciéndose en el
[viento,
nos
intentamos moldear con agua,
con esa
sensación del agua corriendo entre las grietas,
amasándonos
de nuevo.
No fuimos,
sino palabras que inventamos de nosotros mismos.
Nuestra
confusión fue buscar juntarnos los pedazos,
no reconocer
cada fragmento como parte del todo.
Nuestra
pérdida de nosotros fue aquella de la que no hicimos duelo,
los espasmos
nos retuvieron juntando y juntando, inagotablemente,
sin resultado
alguno.
Tejiendo con
la rueca de Penélope sin asistir al viaje,
ausentes de
cada peripecia,
enfrentándonos
al reflejo de la alfarería innecesaria.
No hubo quien
nos bautizara frente al lago.
Innombrados
en la foto eterna de una búsqueda
Nos perdimos
tener cuidado con lo que deseábamos,
nos perdimos
de la sorpresa de lo que no prevenimos.
Esa que podía
hacernos una nueva versión más cercana a nuestro nombre esfumado.
El hilo de lo
que fuimos no volverá a tejerse
Los caminos
eran muchos ahora sólo somos la costura que hilvanan de nosotros,
alguien nos
reconstruye para su propio abrigo.
§
Angélica Hoyos Guzmán (Santa Marta, Colombia, 1982). Magíster en Lingüística Española del Instituto Caro
y Cuervo y Maestra en Literatura colombiana y latinoamericana de la Universidad
del Valle. Candidata a doctora en Literatura Latinoamericana, trabaja como
docente del Programa de Antropología en la Universidad del Magdalena en Santa Marta,
Colombia. Su primer libro de poemas Hilos
sueltos, se editó en Madrid en 2014. Sus poemas, ensayos y artículos
académicos también han sido divulgados en distintas revistas en Latinoamérica.
En 2016, recibió la mención en el Premio de Ensayo Carlos Pereyra de la Revista
Nexos, en México. Actualmente desarrolla talleres de escritura creativa para
las comunidades afro, wiwa y wayú de la Región Caribe colombiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario