miércoles, 30 de octubre de 2019

PAVESA, poemas de Gabriela Kizer




Conmueve la identificación, muy femeninamente elaborada, del hablante lírico con la mujer de Magdala: su insinuado y delicado erotismo, su desamparo ante la magnitud de una pasión que la inunda, sus perplejidades e interrogantes atónitas y, sobre todo, la entrega inconsútil de su amor hasta allegarse, de manera consciente y voluntaria, al pie de la cruz.  

Este es un poemario que constituye, por el tema elegido y por sus procedimientos estilísticos  [la austeridad expresiva que huye de toda exuberancia metafórica, el fraseo y la dicción majestuosos, la sinfónica combinación de versificación y prosa], una experiencia ritual. Uno debe sumergirse en él hasta tocar el nervio antropológico de un rito.

Armando Rojas Guardia



Fotos del libro: Ricardo Blasco




§


PAVESA (2019)





SABÍAMOS que era el fin.
Todo lo había anticipado
y tenía miedo de cómo hurgaban
                 manos antiguas
bajo mi boca.

Después
me escupías a la cara,
veía el cartel y los portones que se abrían:
una fila de hombres provocándose,
disipando el olor de mala casa.

Yo era la bella sin destino,
hecha de piedras
               antes de que alguien
lanzase la primera. 



***



AMÉ primero a Judas que a Jesús.
No digáis que fui pérfida;
el canto del gallo siempre exige una traición
                       para afinarse.



***


ELLA confunde voces.
Cree que ha sido trocada por un ciervo,
cree servir a una diosa fiera y virgen.

Quien determina salvarla
habla con cansancio.

La mujer de Magdala acomoda trenzas, lágrimas, destino.
Pesa a un sueño primigenio e inculto
que la inclina a besar el madero.
  


***


ORAD
¿Qué estáis esperando de vuestra insípida plegaria?
¿A qué habéis convenido en llamar Dios
si no a la pasión que os disgrega
para el sueño de más antiguos designios?

Hay espíritus acodados en las capas que lindan con el éter
          primigenios y neutros como la peor tempestad.
Hay un instante que duele al corazón del hombre
desde mucho antes de su cumplimiento.

Orad.
Se os ha requerido un solo sacrificio
y todavía lamentáis la carga.
¿A qué buscar que alguien os escuche?
Donde quiera que él hable
hay uno que se lava las manos.   



***



VE con tu pompa fúnebre, con tus cajitas de laca china y desiertos misteriosos; ve con tus bandejas de madera tan roídas, con el lugar que nunca te dejó estar; camina con la soltura que conoces cuando te arrastra la corriente y percibes que los días de quietud han hecho brecha; ve con el chal sobre los hombros como cuidándote del rayo al que te estás exponiendo; ve con tu herida que estaba tan de antes que el olor a sangre fue lo que atrajo su olfato de galgo o ciervo; ve mintiendo, con todos los escudos y la historia de ser botín de guerra sobre el carro del menos amistoso; ve con los ojos llenos y confiesa que no sabes de qué quieres hablar ni a quién; ve sin anticipos ni prórrogas, casi sin presencia; ve con temor que no hay tregua para ti; ve de a duelo que van a dejarte en tierra ajena. Pide solo una corona de espinas encima de los dueños. 




§









Gabriela Kizer (Caracas, Venezuela, 1964). Poeta. Es Licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela. Magíster en Literatura Latinoamericana Contemporánea de la Universidad Simón Bolívar. Ha publicado los siguientes poemarios: Amagos (2000), Guayabo (2002), Tribu (2011) y Pavesa (Ediciones «Letra Muerta», 2019). En 2007 recibió el Premio Internacional de Poesía José Barroeta, de la VII Bienal de Literatura Mariano Picón Salas. 


***


Las palabras del poeta venezolano Armando Rojas Guardia pertenecen al prólogo de Pavesa


No hay comentarios:

Publicar un comentario